lunes, diciembre 05, 2005

Grilletes de papel verde

Alguna vez Canitrot contaba que cuando lo invitaban a consultorías a países de África lo primero que había que hacer era oler. Oler el país: hacer alguna compra chiquita, hablar con el tachero, mirar los precios, etc., y después con eso ya algo podías decir en tu conferencia. Yo creo que a Barry Eichengreen (autor del que yo creo es el libro definitivo sobre la historia económica de la Gran Depresión) le pasa igual: llega a la Argentina y se da cuenta de que nuestros precios son ridículos, rrrrridículos. Y entonces puede sentirse muy cómodo y contestar así:

-¿Está de acuerdo con sostener el dólar a $ 3 para mantener la competitividad, o cree que esto empujará más a la inflación?

-Cuando estuve en el Banco Central de la Argentina a comienzos de noviembre tuve un diálogo interesante con sus economistas, pero no me convencieron sus argumentos de que la inflación se debe a "factores transitorios" y que la tasa de cambio tiene un "valor justo". Para cualquier observador objetivo la moneda está muy subvaluada y la inflación es un problema serio. Los precios de los servicios tienen que subir a través de la inflación o del fortalecimiento del tipo de cambio, y dada la historia de la Argentina la inflación es de lejos la peor opción. Ahora es el momento en que el Banco Central debe ajustar y dejar que se aprecie el peso, le guste al Gobierno o no.

-El Gobierno no quiere ajustar la política monetaria para luchar contra la inflación porque, según dijo, eso no será útil.

-Estos argumentos se basan en política, no en economía.

Y tiene razón. Hace unos días pregunté en una mesa de economistas: ¿qué hay que hacer para bajar la inflación? De los tres, sólo uno dijo "apreciar el peso" -- y a $2.80!!! (los otros dijeron "subir la tasa de interés", sin apreciar, what the fuck does that mean, y endurecer la política fiscal). Seguí preguntando y otros me dicen difusamente "Se necesita algún ancla nominal" o "Influyen muchos factores". Pocos dicen con todas las letras: hay que revaluar la moneda. Los convenció, of all people, un abogado santacrueceño.

Nos está pasando igual que en la convertibilidad: hay algo en lo que somos completamente anormales a nivel internacional: a fines de los 90s estábamos carísimos; hoy, baratísimos. Cada vez pensamos: "Es que somos especiales. Hay algo en nosotros, muy complejo y largo de explicar, que nos permite ser una rareza mundial sin tener problemas". Quizás habría que estudiar un poco más la historia. Por haber trabajado sobre la Depresión, Friedman -a quien glosábamos ayer- sabe que las rigideces nominales importan y Eichengreen sabe que los tipos de cambio desalineados tarde o temprano te traen un problema.

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